viernes, 19 de marzo de 2010

Un poco de historia de Francisco Álvarez

Remontándonos en los siglos, buscando antecedentes de estos campos, debemos establecer que al fundar Garay la ciudad de la Trinidad y Puerto Santa María de los Buenos Aires, se encontró con la necesidad de abrir un camino que comunicara con los reinos del norte, una ruta oficial. A siete leguas de la ciudad se encontraba el primer obstáculo natural que detenía el avance de las carretas: el río de Las Conchas, (hoy Reconquista). Así llegaron los expedicionarios al lugar.
La región perteneció a la jurisdicción del Cabildo de Buenos Aires hasta 1755, año en que se creó el Cabildo de la Villa de Luján. En 1865 se desmembraron varios partidos, entre ellos Moreno.
Poco a poco las tierras con aguada propia van convirtiéndose en estancias, antes y después del río. La de los Padres de la Merced, heredada de don Francisco de Merlo y cruzando la estancia de los Álvarez, tan extensa que a toda la banda oeste del mencionado cauce se la conoció hasta 1860 como “Campos de Álvarez” o “Rinconada de los Álvarez”.
Don Pablo Márquez fue el primer dueño de la estancia, adquirida a la Junta de Temporalidades, liquidadora de los bienes de la Compañía de Jesús. A él se le debe la construcción del primer puente sobre el río en 1773, de madera de ñandubay de 27 metros de largo. Fue renovado en varias oportunidades hasta su demolición. Se debía pagar derecho de pontazgo para utilizarlo.
María Bartola Márquez fue la heredera de estas tierras, casada con don Manuel Álvarez y Bernal, vendió su estancia a su hijo Francisco. Éste se dedicó a las tareas del campo y, sintiéndose muy enfermo, después de haber soportado el presidio por sus ideas contrarias a Rosas, testó en 1835, manifestando haber sido casado con doña Basilia Abalos con la cual había tenido cinco hijos, a quienes declara sus herederos. Les dejaba los siguientes bienes: la estancia, las casas del molino harinero y una máquina de moler trigo (en la ciudad de Buenos Aires Barrio del Congreso) y otra casa en la calle Chacabuco.
Los Álvarez Abalos, despojados de sus bienes por más de catorce años, iniciaron la sucesión en 1868. La gran extensión se dividió en seis lotes desiguales pero similares en valor, dando el juez dos a cada uno de los tres hermanos: Hermenegilda, Petrona y Francisco, ya que Ramón y Mercedes habían fallecido.
Petrona Álvarez, casada con Guillermo Medrano, vendió a su hermano Francisco un terreno de chacra que había eredado de su padre don Francisco Álvarez Márquez (espacio que hoy ocupa el pueblo de Francisco Álvarez). Su única hija Teresa, fallecida soltera, declaró heredera universal a Elvira Teresa Agustinelli Guzmán, hija de sus caseros. Ella se casó con Arturo Álvarez Insúa, quien fue intendente de Moreno. Estos campos fueron subdivididos, siendo rematados en 1930 y dieron origen al barrio de Cascallares. El resto de la propiedad, hacia el oeste, pasó a manos de su heredero don Arturo Álvarez Agustinelli, quien hizo levantar una hermosa casona, bautizándola “La Melchora” (hoy es el convento Lefevre).
Hermenegilda, se casó con Adolfo Rojas. Sobre sus campos se creó la estancia “La Porteña”, una de las más hermosas propiedades de Moreno. La hija de ambos, Hermenegilda Rojas, se casó con Antonio María Escobar. De este apellido viene el nombre de Villa Escobar. Los Escobar conservan una reserva.
Francisco Pantaleón nació en 1828 en Buenos Aires, ciudad donde falleció en 1901. Se dedicó a pleno a las actividades rurales en su estancia “La Estrella”, donde abrió la única grasería existente en la zona y la estancia “La Azotea de Álvarez”, donde hizo construir una casa de tres plantas superpuestas con un mirador de vidrio en lo alto. Hizo arbolar los caminos de su estancia con largas hileras de eucaliptos, que plantó el jardinero que trajo desde Francia: don Clement Savoy. Acrecentó su propiedad por compras al estado y a su hermana Petrona un campo donde hoy se levanta el pueblo, vendiendo tierras a la Administración del Ferrocarril para el tendido de las vías.
Fue concejal y consejero escolar, presidente de la Unión Cívica de Moreno, creada por iniciativa del Dr. Leandro Além.
Dejó herederos a: Pedro Savoy, hijo de Clement Savoy y Josefina Paillet, franceses, y a Nemesio, hijo suyo con la señora mencionada.
Pedro quedó en poder del casco “La Azotea” y se dedicó a los trabajos de campo. Era todo un personaje: buen mozo, rico, de carácter fuerte, admirado por sus paisanos. Falleció soltero a los 31 años, suicidándose con un tiro en la cabeza. Heredera de sus bienes fue su madre y de ésta pasaron a su otro hijo.
Nemesio vivía en la estancia “La Estrella”, jurisdicción de General Rodríguez, llamada así en recuerdo de la marca de hacienda familiar, una estrella de ocho puntas de lados curvos, hasta que recibió la otra propiedad.
Había nacido en 1879 en Buenos Aires. Concurrió a la escuela de varones de Moreno (hoy n° 1). Se casó con doña Sara Teodora Trueba, perteneciente a una antigua familia de Merlo. Sus hijos fueron Francisco, Alejandro Enrique, Carlos María y Nemesio Pedro, con descendencia los dos últimos.
Dos fueron sus domicilios: la estancia rebautizada “La Tradición” y en Buenos Aires en la calle Maipú 731/42. Por incomodidades que padecía la vieja casona que hizo levantar don Francisco, hizo construir un elegante chalet de estilo español, en 1928 (hoy pertenece al Club de Campo La Tradición).
Sus propiedades abarcaban los partidos de Moreno, Marcos Paz, General Rodríguez y Luján y en el departamento de Roque Saénz Peña en Córdoba poseían la estancia “La Ramada”.
La estancia de don Nemesio Álvarez era la mayor del Partido y como era necesaria una parada ferroviaria para el embarque de ganado y productos lácteos provenientes de los numerosos tambos distribuidos en los campos inició las tramitaciones para conseguir la autorización ante la Administración del Ferrocarril del Oeste. Obtenida la misma, se inauguró el 23 de enero de 1921.
Esto lo llevó a hacer surgir un pueblo: “Francisco Álvarez”, en homenaje a su padre; presentando el proyecto correspondiente al Gobierno de la Provincia, aprobado el mismo con fecha 27 de octubre de 1928.
Su trazado es muy particular, diseñado por el arquitecto Enrique Seeber, es un abanico de calles en su mayoría curvas que parten de la plaza principal, teniendo como corazón el edificio de la estación. De la calle límite de la plaza parten tres arterias principales, lo que lo hace atractivo y diferente.
Así nació el pueblo de Álvarez, por voluntad de su fundador, los vecinos lo hicieron progresar. Don Nemesio custodió los trabajos de subdivisiones, hasta su muerte, ocurrida el 12 de abril de 1940, luego de conseguir el traslado de la Escuela N° 10.
Su esposa vivió hasta el 30 de marzo de 1974 y continuó velando por el desarrollo del pueblo; lo dotó de la Sala de Primeros Auxilios, de la Capilla San Francisco de Asís, cuidando las necesidades de la escuela y levantó dentro de sus tierras el Barrio Parque La Tradición.
Con el paso de los años, ochenta jóvenes años, nuevos barrios fueron creándose alrededor del pueblo: Villa Escobar, Los Eucaliptus, Parque Güemes, El Porvenir, Santa Marta, Paglione, La Providencia, Los Artistas, Aguaribay, Fademac, Luchetti, Indianápolis, San Carlos y los privados Club de Campo La Tradición, Club San Diego, Club Banco Provincia, Campos de Álvarez y San Patricio.
Un hermoso pueblo verde, conformado por inmigrantes de lejanos o cercanos países y migrantes de nuestro extenso territorio, donde cada ser humano es una historia viva. Pero al mismo tiempo compartimos historias, las vivencias, costumbres y tradiciones que se entrecruzan; así seguimos andando, forjando metas, esperanzas y encuentros. En definitiva, surge el “nosotros”. El mismo que alentaron aquellos primeros pobladores cuyo legado hoy disfrutamos y fortalecemos nuestra capacidad de soñar para construir el futuro.

Myrta Goñi

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